Ya estamos casi a mitad de 2025 y, sin tapujos, te pregunto:
¿Cuántas decisiones importantes has postergado este año?
😱 Cambiar de trabajo.
😱 Terminar una relación.
😱 Apostar por tu proyecto.
😱 Mudarte de ciudad.
😱 Volver a empezar.
Cosas que nadie puede decidir por ti... pero que no tendrías por qué decidir sola/o.
Bueno, se supone que debemos tomarlas solos porque son muy personales;
pero la verdad es que, en gran medida, las postergamos porque son tan importantes que nos da miedo tomar la decisión solos (¡ejem! A equivocarnos solos).
Es totalmente normal sentir miedo a equivocarse, pero recuerda que mientras postergas la decisión, ya estás tomando una decisión: quedarte, no cambiar, no empezar el proyecto, seguir donde siempre.
No tomar una decisión también es una decisión.
Entonces la pregunta del millón es:
¿Cómo mitigamos este miedo a equivocarnos?
Esta es una pequeña parte de mi estrategia:
🧠 Como mi cerebro es buenísimo para imaginar los peores escenarios
(ya debería haber ganado un Oscar por mejor escenografía de terror),
lo primero que hago es analizar cuál sería el peor escenario —sin quedarte ahí, por favor—.
Describo con detalle todo lo que podría pasar y que me afectaría al tomar esa decisión.
Desde las cosas prácticas, la comodidad, la incomodidad, la vergüenza, el dinero, el cansancio… TODO.
Esto me da un panorama claro del miedo con el que estoy lidiando.
Pongo el miedo SOBRE LA MESA.
Y aquí el gran secreto:
cuando le das luz al miedo, este se hace extraordinariamente pequeño.
Los miedos crecen en la oscuridad. Recuérdalo.
Dales luz, y se hacen más pequeños que Drácula al amanecer. 🦇✨
El miedo no desaparece mágicamente, pero cuando lo entiendes, deja de tener el control. Eso, ya es un gran inicio.
Y sobre tomar la decisión sola/o… no tiene por qué ser así.
La próxima vez que tu mente necesite montar una película de terror con todos los "peores escenarios", yo puedo acompañarte a ver con claridad.
Y sí… también llevo las palomitas. 🍿